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Tampoco es que el artículo esté cargado de razones para ello. De hecho, recopila eventos pasados y/o futuribles a corto plazo, pero el artículo realmente no está desgranando en detalle nada nuevo relativo al Blockchain, más allá de una vista atrás al plan estratégico de desarrollo quinquenal (para el periodo 2016 – 2020).
Aparte de ser un soporte para las criptomonedas, van surgiendo numerosas aplicaciones del blockchain en el mercado, muchas de las cuales parecen introducidas con calzador, y no son más que alternativas de implementación que no son necesariamente más eficientes ni aportan más que los sistemas tradicionales (sobre todo si el blockchain de base es privado y no público).
Su foco de valor sigue estando allá donde la confianza, y la inmutabilidad de los datos, sean valores primordiales, y hay aplicaciones claras con este foco (como los de notaría), y en cierto grado (aunque con ciertos tintes de márketing corporativo) las relativas a la trazabilidad verificables. Salidas y sentido tiene, está claro, pero hay mucha implementación que no necesitaría del blockchain como base, sino que se utiliza en arras de investigar sus posibilidades, y obtener éste conocimiento corporativo (no vaya a ser que uno se quede fuera en el mercado por no estar a la vanguardia).